Lunes, 11 de Febrero de 2019

Mi abuela Henrietta

Hola. Tú eres nueva aquí, ¿verdad?

Sí. Vamos a jugar.

Sabías… A mi madre le gusta mucho hablarme de una abuela mía. Me habla de ella desde que me acuerdo. Dice que es importante que la recuerde porque aunque no fue una persona famosa sí que hizo grandes cosas.

Bueno, en mi familia siempre ha sido famosa, y muy importante.

Yo no la he conocido, me ha dicho mi madre que murió muchísimo antes de que yo naciera. Es mi cuarta abuela Henrietta.

Me habla tanto de ella que casi creo que algún día entrará por la puerta de casa… ¡Igual un día lo hace! Seguro que se han visto cosas mucho más raras.

Si te ríes no sigo contándote nada.

Yo no me aclaro muy bien, creo que dice que es la madre de la abuela de mi abuela. Eso creo que dice mi madre. ¡Qué lío! ¿No?

Mira si hace tiempo que murió que mi madre tampoco la ha conocido, murió mucho antes de que naciera mi madre, incluso mucho antes de que naciera mi abuela. Según me ha dicho, es que además mi abuela Henrietta murió joven.

Como verás te hablo de hace muchos, muchos años. A veces hasta me pierdo, pero poco a poco me voy quedando con todo lo que me cuenta mi madre. Y es que me gustan las historias que me cuenta. Si un día se le olvida hablarme de la abuela yo se lo recuerdo cuando me va a arropar y ella me cuenta alguna cosa. La pena es que entonces son cosas muy cortitas.

La abuela Henrietta era astrónoma, pero dice mi madre que en aquellos tiempos no la llamaban así, la llamaban computadora o asistente.

¿Asistente de quién?… Pues no lo sé. ¡Vaya pregunta! De su jefe, digo yo.

Igual que a mí me habla de ella mi madre, a mi madre le hablaba de la abuela Henrietta su madre, y a ella la suya, y así hasta llegar a la hija de la abuela Henrietta… Supongo… Claro, ella sí la conoció.

Mi madre dice que mi abuela Henrietta fue una mujer muy lista que hizo grandes cosas, pero cuando pregunto en la escuela nadie conoce su nombre… Y eso que no nació muy lejos de Cambridge, en Lancaster nació. A veces pienso que mi madre se lo inventa… Pero no puede ser, en casa hay unas cuantas fotos suyas.

Si quieres otro día te las enseño… Están guardadas en una caja en lo alto del armario del cuarto de mi madre, y yo no llego… O cuando vuelva mi madre le decimos que nos las enseñe.

En la caja también hay un librito viejo que mi madre nunca me deja coger. Dice que es el diario de la abuela, que cuando sea más mayor me lo dejará leer, y que cuando sean todavía más mayor será mío. No sé si lo leeré, para entonces seguro que todo lo que pone en el diario de la abuela ya me lo habrá contado mi madre y me lo sabré de memoria.

Mi abuela Henrietta nació hace muchísimos años, en el siglo diecinueve. Fue un 4 de julio. Ves, eso sí que lo recuerdo.

Sí, ya sé que es fácil acordarse del 4 de julio.

¡Qué suerte nacer un 4 de julio!… Qué suerte que tu cumpleaños sea fiesta, y que la gente tire cohetes, y que hagan desfiles y todas esas cosas. Es como si todo el mundo celebrase tu cumpleaños. ¿Te lo imaginas? ¡Menuda fiesta!

El día de mi cumpleaños no hay nada de eso. Es el 3 de marzo, que tampoco está mal. No te creas. Mi madre siempre me hace una gran tarta, aunque ese día haya ido a trabajar… Bueno, la hace el día de antes; sino no le daría tiempo.

Estás invitada a la próxima fiesta. Apúntalo, no se te vaya a olvidar.

No. Yo no llevo ningún papel encima… Y tampoco llevo lápiz. Lo tendrás que apuntar más tarde.

Dice mi madre que la abuela Henrietta era una mujer callada, que prefería pensar. Creo que en eso me parezco a ella, aunque si me da por hablar… Pero también dice que era muy trabajadora y que sin esfuerzo no se llega a ningún lugar, sobre todo si eres mujer. El caso es que yo me esfuerzo. No sé por qué lo dice.

Pues eso, que mi abuela Henrietta estudió mucho, y suerte que se dio prisa porque al poco de terminar de estudiar se quedó sorda, pero no del todo. Y no te vayas a creer que ya era muy vieja, tenía veinticuatro años. Fue por una enfermedad. Se ve que no era muy fuerte.

En aquella época la mayoría de la gente no estudiaba, ni siquiera era obligatorio ir a la escuela. Y dice mi madre que las que menos iban eran las niñas, y que para cambiar las cosas todas las niñas tienen que estudiar.

Yo por eso estudio mucho. ¿Y tú, estudias mucho?

También me ha dicho que mi abuela Henrietta era muy alegre. Y que siempre veía lo bueno de la gente y de las cosas. Como mi abuela,… mi abuela abuela, la madre de mi madre… Mi madre no tanto, siempre me está regañando: haz esto, haz lo otro… Pero aun así yo la quiero mucho. Claro, es mi madre.

Bueno, pues cuando se le quitó la enfermedad y se puso buena, aunque seguía sorda, la abuela Henrietta se fue a trabajar al Observatorio del Harvard College con otras mujeres. Ahí, al otro lado de la calle.

Vamos a meternos en los jardines. Corre, corre. ¡A ver quién llega antes a la fuente!

Sí, ya sigo contando… Espera que me falta aire.

Contrataban mujeres, dice mi madre, porque cobraban mucho menos que los hombres. Con lo que costaba un hombre tenían para contratar varias mujeres. Pero mi abuela Henrietta… ¿Te lo puedes creer?… Al principio no cobraba nada. Así podrían haber tenido trabajando a todas las mujeres de Boston y de todos los alrededores.

Ella y las otras mujeres se dedicaban a hacer cuentas, muchas cuentas, y también a mirar fotos. Pero no fotos de gente, sino fotos con muchas estrellas, y dice mi madre que las fotos eran de cristal. Qué raro, ¿no?… Fotos de cristal.

Pues sí, hacían eso todos los días: cuentas y fotos… ¿Te lo imaginas?

Estuvo un tiempo trabajando allí pero, claro, como no cobraba nada lo dejó y se fue de viaje. Pero después su jefe le escribió para decirle que le pagaría y volvió.

Es que mi abuela trabajaba muy bien.

No te rías más. Sí, trabajaba muy bien, incluso le prometió pagarle más que a las otras… 30 céntimos por cada hora. ¿Te imaginas cuánto tendría que trabajar para comprar alguna cosa?

Sí. Supongo que entonces las cosas costarían menos, pero parece muy poco.

En aquel edificio de allí la abuela Henrietta miró miles y miles de estrellas. Pero no con un telescopio, entonces no dejaban usar los telescopios a las mujeres, sino en fotos. Las fotos esas de cristal.

¡Qué cosa más rara eso de no dejarles los telescopios!

No, no me lo invento. Entonces era así… Aunque no te lo creas.

No entiendo muchas de las cosas que me cuenta mi madre de cuando vivía mi abuela Henrietta. Parecen muy raras. El caso es que ella me dice que muchas cosas no han cambiado tanto, y que ya me daré cuenta cuando vaya creciendo.

Mi abuela no decidía lo que tenía que hacer, ella hacía lo que le mandaban… Pues, aunque no te lo creas, trabajando en aquel lugar, en lo que le mandaba su jefe, hizo un gran descubrimiento. Un descubrimiento que ni su jefe se imaginaba. Y dice mi madre que con ese descubrimiento mi abuela nos colocó en nuestro lugar del Universo. No sé lo que quiere decir con eso pero yo le digo que sí y le sonrío y ella se pone contenta.

Nuestro lugar en el Universo es la Tierra. ¡A que sí!

No te creas que ese descubrimiento era algo fácil. Claro, si hubiese sido fácil seguro que ya lo hubiese descubierto otro antes. Resulta que en unas nubes que hay en el cielo, en la otra parte del mundo, mi abuela descubrió que hay unas estrellas a las que les cambia el brillo con los días, una y otra vez, una y otra vez, siempre igual,… y que cuanto más tardan en cambiar de brillo más luminosas son las estrellas, o algo así.

Porque, aunque tú ves todas las estrellas ahí arriba, no están todas a la misma distancia. Unas están muy cerca y son muy chiquitas y otras están muy lejos y son enormes. También hay galaxias, y planetas, y nebulosas, y un montón de otras cosas.

Algún día entenderé todo eso tan bien como mi abuela.

Pues eso que descubrió mi abuela parece que es así en cualquier parte del mundo… No, del Universo… En cualquier parte del Universo. Mi madre me lo ha explicado muchas veces pero se me olvida.

Si quieres, luego vamos a preguntarle y te lo cuenta ella mejor.

Eso lo descubrió al principio del siglo pasado. Hace ya más de cien años. Y lo publicaron en la revista de la universidad, pero no iba firmado por mi abuela, sino por su jefe… No me acuerdo como se llama, y eso que mi madre me lo ha dicho varias veces.

¿Que cómo se sabe que ese trabajo es de mi abuela? Porque su jefe puso en una nota que lo había hecho ella. Igual es que no le gustaba el trabajo, solo tenía tres páginas. ¡Qué cortito! ¿No?

El caso es que con el descubrimiento de mi abuela se pudo saber lo grande que es el Universo. ¡Todo el Universo!… Pero eso no se consiguió de un día para otro. Al principio empezaron midiendo la distancia de estrellas que estaban muy lejos. Después el tamaño de nuestra galaxia. Y, al final, calcularon el tamaño del Universo. No lo pudieron hacer todo de una sola vez porque cuando mi abuela hizo su descubrimiento los astrónomos ni siquiera sabían que existían más galaxias, y no lo supieron hasta después de que ella murió.

No. No sé cómo se mide con esas estrellas. Solo sé que es así. Que te lo diga mi madre cuando venga… Seguro que le gustará mucho contarlo.

Y no pienses que mi abuela solo descubrió eso, descubrió muchísimas más cosas. Novas —que no son lo mismo que las supernovas, pero no me preguntes que son—, miles de estrellas de esas que cambian de brillo,… las llaman variantes o variables, no lo recuerdo bien. Y también descubrió otras muchas cosas más.

¡Mapas del cielo!… También hizo muchos mapas del cielo.

Sí, vamos a dar la vuelta al edificio. Vayamos al sol.

Esas estrellas que cambian de brillo deben ser algo realmente bonito de ver porque hasta hay una asociación de gente a las que les gusta mirarlas. Mi abuela Henrietta era miembro.

Algún día yo también quiero serlo.

Claro. Tú también podrías serlo.

No. No sé dónde está esa asociación, pero cuando seas mayor podrás ir a donde quieras.

Dice mi madre que el descubrimiento ese de mi abuela aún se sigue usando. Dice que está segura de que se seguirá usando siempre.

Ya ves tú si parece importante el descubrimiento de mi abuela Henrietta,… pues por su descubrimiento no le dieron nada. Ni dinero ni ningún premio, ni siquiera un regalo. Según me cuenta mi madre, antes le pasaba eso a las mujeres. No se valoraba su trabajo porque, dice, que entonces el mundo estaba dominado por los hombres.

No lo entiendo bien, no sé cómo se hace eso de dominar. Pero créetelo, me lo ha dicho mi madre, y ella sabe un montón. Y también dice que a veces no han cambiado tanto las cosas.

Ya te he dicho que no le dieron ningún premio por ese descubrimiento, ¿verdad? Bueno, pues es que en realidad nunca le dieron un premio, ni por ese descubrimiento ni por ningún otro; pero me ha dicho mi madre que se merecía el premio Nobel, ese tan famoso.

Sí, ese… El del cantante. Aunque yo no sé qué tiene que ver mi abuela con la música o los libros. Bueno, pues parece que estuvieron a punto de dárselo… Pero ya se había muerto… ¿Te lo imaginas? ¡Qué chasco!

Suerte que la abuela Henrietta no se enteró.

Trabajó en este edificio durante muchos años, no como ahora que la gente trabaja un rato aquí y otro rato allá. Y con los años llegó a dirigir el departamento de fotonosequé, pero dice mi madre que eso en realidad era algo de menor importancia, que debería haber seguido su investigación. Se ve que no estaba terminada… Pero su jefe… Ya sabes, ella hacía lo que le mandaban, y su jefe le dijo que dejase eso y se pusiese a hacer otra cosa.

¿Te imaginas todas las cosas que podía haber descubierto si le hubiesen dejado terminar su investigación?

Ven, asómate por la ventana. Vamos a ver qué hay dentro.

¡Uy!, me acabo de acordar de una cosa muy curiosa. Ven, acércate. Te lo voy a contar al oído, pero no vayas a pensar que mi abuela era rara por lo que te voy a decir. Y no se lo cuentes a nadie, ¿vale?

Acércate más.

Mi madre me ha contado que mi abuela a veces se marchaba durante mucho tiempo. Pero no te voy a decir ni con quién ni a dónde… Dice mi madre que eso es un secreto.

Yo también quiero ir a Europa cuando sea mayor.

¿Tú también? Pues podríamos ir juntas.

Aunque nunca le dieron un premio después de que se muriese le pusieron su nombre a un asteroide y a un cráter de la Luna: el asteroide Henrietta y el cráter Henrietta. ¡Qué chulo!

No. No sé dónde están.

Tampoco sé por qué, si dicen que ahora todo ha cambiado, no la conoce la gente. La gente mayor seguro que sabe dónde está el cráter Henrietta.

¿Ya te tienes que ir?… Pues vaya, todavía tengo muchas cosas por contarte de mi abuela y de sus amigas del trabajo.

Sí, mañana te sigo contando.

¿Qué? ¿Que no te he dicho mi nombre? ¡Ay!, pues claro, yo me llamo Henrietta, como mi abuela… Y no es por casualidad. Por cierto, mi abuela se llamaba Henrietta Swan Leavitt.

¿Y tú cómo te llamas?

Me gusta ese nombre.

Lo peor de todo es que mi abuela nunca tuvo hijas o hijos y por eso yo nunca nací. Dice mi madre que cuando mi cuarta abuela nació las mujeres solo podían tener familia o trabajo… y ella trabajó. Es una lástima que no pudiese tener las dos cosas… me hubiese gustado mucho ser astrónoma, como ella.

Mañana nos vemos otra vez y te cuento más cosas. Prometido.

Un recuerdo a todas las mujeres que, queriéndolo o sin querer, con decisión o sin saber, han ayudado al progreso de la humanidad… Y especialmente a aquellas que han hecho retroceder las fronteras de la ciencia.

También con la esperanza de que sirva de estímulo a todas aquellas mujeres que están llegando y que aún están por llegar; porque con su trabajo no solo harán retroceder las fronteras de la ciencia, las artes, la economía o la política; porque con su trabajo con más fuerza se difuminan, hasta que desaparezcan, frontera mucho más importantes.

Miércoles, 17 de Octubre de 2018

Artículos y revistas de investigación

Hace unos años trabajé en la Universidad de Granada como personal investigador en un proyecto; fueron algo más de dos años trabajando en ese proyecto, hasta que se terminó. A los pocos meses de estar allí hubieron una serie de cosas que me llamaron la atención y sobre las que siempre he pensado escribir una entrada en mi weblog; unas veces por el exceso de trabajo, otras por vagancia y otras por falta de motivación (mi weblog solo es visitado por robots y gente que se perdió en el mar de unos y ceros) siempre he pospuesto la escritura de esa entrada, lo que, paradójicamente, me ha hecho perder más tiempo del que hubiera perdido si la hubiese escrito: en estos siete años he escrito esa entrada en mi cabeza cientos de veces, si la hubiese plasmado negro sobre blanco al día siguiente hubiera salido de mi mente (el trabajo hecho no mueve neuronas).

El tema que me llamó la atención fueron los artículos científicos y las revistas científicas (lo mismo seguro que es aplicable a cualquier artículo que no sea de ciencia y a cualquier revista en la que pueda querer publicar cualquier investigador), ahora se empieza a hablar de una de las cuestiones que entonces me llamaron la atención. Yo voy a poner mi granito de arena al respecto de esa cuestión y voy a plantear unas cuantas más que todavía, quizá por el interés que tiene cada uno, no se plantean.

INTRODUCCIÓN:

Nadie investiga sobre un tema desde cero, nos basamos en los conocimientos previos para intentar avanzar un poco más (o eso se supone, este es un tema que trataré después). Para ello leemos artículos relacionados de una manera u otra con el tema de nuestra investigación (ya sea por temática o por metodología de trabajo); estos artículos los obtenemos de las revistas científicas.

Para poder acceder a esos artículos hay que estar suscrito a la revista (se paga por el acceso a todos los artículos que en ella se publican) o, si no se está suscrito, pagar por el artículo de nuestro interés particular.

CUESTIONES QUE ME PLANTEÉ:

UNO, lo que se paga, o cuántas veces se paga por lo mismo:
Un ejemplo, para introducirnos. Yo, trabajando en la Universidad de Granada, para poder acceder a un artículo publicado por un investigador de una universidad pública de, por ejemplo, Sevilla debo pagar por él… Y ese investigador sevillano, a su vez, tendrá que hacer lo mismo si quiere acceder a alguno de los artículos que yo haya publicado (cosa imposible porque no he publicado ninguno). Es decir, investigadores de universidades públicas, que hacen sus investigaciones con dinero público, deben pagar a revistas privadas para poder acceder a los artículos que hacen otros investigadores de universidades públicas que obtienen su financiación del mismo ente (incluso artículos realizados por investigadores de su misma universidad).

Pero es que la cosa aún es peor: ni tan siquiera es que una universidad (en su conjunto) deba pagar la suscripción a una revista para que todos los que trabajan en ella puedan tener acceso a sus contenidos, ni tan siquiera que cada facultad de cada universidad deba pagar su propia suscripción a la misma revista, resulta que cada departamento (de cada facultad, de cada universidad) que tenga interés en poder acceder a los artículos de determinada revista debe pagar su propia suscripción a ella.

Esto es algo que hace unos años tenía sentido. Recuerdo, en mi época de estudiante, cuando ni sabíamos qué era Internet (al menos yo), ir a la parte alta de la biblioteca de la Facultad de Ciencias a leer artículos; en otras ocasiones tenía que ir a la biblioteca de un departamento para poder leer determinado artículo (ya que la suscripción a la revista en la que estaba publicado dicho artículo la pagaba ese departamento y, por tanto, la revista se encontraba en su biblioteca). Cuando no existía un sistema más eficiente de poner a disposición de los investigadores el trabajo de otros investigadores tenían sentido las revistas; cuando lo que se obtenía era una edición impresa de la revista, tenía sentido pagar varias suscripciones a una revista, para así tener varias posibilidades de acceso a sus contenidos.

En la actualidad, ¿qué sentido de existir tiene una revista?, ¿qué sentido tiene pagar varias veces para poder acceder al mismo enlace de descarga del archivo pdf de un artículo?

Voy a aparcar, por el momento, el tema de si todavía tiene sentido la existencia de las revistas científicas y me voy a centrar en una serie de temas, en la suposición de que sí tuviese sentido, para, de esta manera, hacer patente lo que sucede en la actualidad:

DOS, gastos de las revistas:
El que desconozca como funciona el mundo de las revistas (y para ellos fundamentalmente iría dirigida esta entrada) podrá pensar que aunque ya no exista el gasto correspondiente a la edición en formato físico sigue existiendo el gasto correspondiente a la maquetación. Al respecto aclararte, valiente lector que has llegado hasta aquí, que la maquetación la pone el autor del artículo según los requisitos que cada revista exige al respecto (tipo y tamaño de fuente —para títulos, texto general, pies de foto,…—, espaciados, tamaño y otras características de las imágenes, formato de las referencias bibliográficas,… Y así un largo etcétera). Si el revisor (uno de la revista que sí trabaja algo) no da el visto bueno a la maquetación del artículo se le devuelve al autor (por supuesto estamos hablando de envíos y devoluciones electrónicas, sin ningún coste) diciéndole lo que debe cambiar; así que se puede dar el caso de que no se publiquen artículos no por su falta de calidad científica sino por no estar maquetados como desean los editores de la revista (para que ellos solo tengan que hacer: «Archivo -> Exportar a…» o «Archivo -> Guardar como…» para obtener el archivo pdf del artículo que luego van a vender.

TRES, la selección de artículos:
¡Ah!, pero me dirás: «Alguien tendrá que decidir qué artículos merecen ser publicados». Y yo te diré, «sí, algo de eso», y si me tiras de la lengua te diré que los editores de las revistas les envían los artículos a otros investigadores para que los revisen.
«Pues ya está: ¡eso tiene gastos!»… Y yo a eso te tendré que responder que no, a esos investigadores, que no trabajan para la revista, y que pueden estar revisando artículos en su tiempo libre o durante el horario de trabajo que le paga su empleador, la revista no les da ni un euro.
«¡Ya…, que son tontos y trabajan gratis!». Respuesta rápida: no son tontos y sí trabajan gratis. Respuesta larga: los investigadores para no perder sus puestos de trabajo deben publicar artículos, y si son publicados en «revistas de reconocido prestigio» mucho mejor, así que cuando los editores de una revista les preguntan si pueden revisarles un artículo deben plantearte si el no tener tiempo para ello puede repercutir en la facilidad que tengan en un futuro para poder publicar en esa revista.

CUATRO, al respecto del punto anterior, y cosa que también se podría aplicar con las tesis doctorales:
¿A nadie le llama la atención que si algo es innovador, y lleva a la ciencia un paso más adelante de donde se encontraba hasta ese momento, halla quien sin los datos utilizados para obtener los resultados del artículo que revisa pueda decir si ese artículo cumple los criterios que se le debería exigir a un artículo que merezca ser publicado en una «revista de reconocido prestigio», o de menos prestigio?

CINCO, al respecto de la obligación de investigar:
Cuando, como yo, alguien se lee unos cuantos miles de artículos porque parte de su trabajo consiste en realizar una base de datos bibliográfica sobre las temáticas tratadas en el proyecto para el que ha sido contratado, se puede terminar dando cuenta de: que hay investigadores que publican en mismo artículo, con distinto título, en dos revistas; que los hay que publican artículos como el que escribe «El Señor de los anillos» (artículo sobre la metodología a utilizar para realizar determinada investigación, artículo sobre la realización de ensayos y recolección de datos, artículo sobre procesado de datos de campo, y, por fin, artículo resumen de los anteriores que además incluye las conclusiones obtenidas en la investigación); que alguien realiza diez artículos sobre el mismo tema con un único sujeto de investigación en cada artículo, en vez de un único artículo con una población investigada de diez sujetos; y podría seguir… mas no sigo).

«¡Pero qué tramposos son los investigadores!», gritas en el interior de tu cabeza… Y yo te digo: «¡NO!, eso es lo que sucede cuando se exige que se tengan ideas geniales todos los días. Pídele a Machado que escriba un buen poema todos los días, a ver qué pasa; pídele a los diputados que vayan todos los días al congreso, a ver qué te responden».

PROPUESTA(S):

Personalmente, considero que hoy por hoy, y sobre todo por cómo funcionan, no tiene ningún sentido que existan las revistas científicas. Hace 20 años, sí; ahora, no.

Cualquier universidad que se precie en la actualidad tiene un departamento informático con un equipo de trabajadores muy bien preparado. Las universidades deberían crear y gestionar sus propios repositorios con los artículos que realicen sus investigadores. Existen muy buenos indexadores de contenidos en los que poder buscar artículos en las revistas de investigación, esos mismos indexadores, o en su defecto otros de nueva creación, podrían indexar los repositorios de las universidades. De esta manera si alguien está interesado en un artículo y paga por él el dinero que pague repercutirá a la universidad en la que trabaja el investigador, a la facultad en la que trabaja el investigador, al departamento en el que trabaja el investigador y al propio investigador (en forma de bonificaciones o de dinero para una cuenta de gastos para la compra de material de investigación, por ejemplo).

Además, de esta manera, las universidades y la comunidad científica (investigadora) podría saber, por el número de descargas de sus artículos (suponiendo que esto es un reflejo del interés que genera; y, sí, sé que si no se hace bien se puede trampear), qué investigadores o grupos de investigación están generando material que es realmente de interés.

Miércoles, 1 de Agosto de 2018

Inmigración

En los últimos días se habla mucho de Ceuta y la inmigración; lógico, a pocos les gusta la violencia generalizada (un poco de violencia sí: deportes de lucha y artes marciales, hockey sobre hielo, violencia de fin de semana,…). He leído, por ejemplo, que hay quienes hablan de electrificar las vallas de Ceuta y Melilla: el muro de Trump y el de Israel no molan pero electrificar las vallas de Ceuta y Melilla, sí.

Podría hablar de que África fue dividida entre los países y reyes europeos para explotar sus recursos, pero esto, quién sabe por qué, no gusta a alguna gente. Así que no diré que esos inmigrantes vienen buscando algo de lo que los europeos se llevaron no hace tantos años.

Podría hablar de todas esas empresas, que funcionan con testaferros o que son filiales de empresas europeas, que hacen negocio con la inestabilidad de algunas zonas de África: empresas madereras y mineras, por ejemplo. De la venta de armas no me molestaría en hablar. Pero de esto tampoco hablaré, otra vez, quién sabe por qué, hay gente que se molestaría. Así que no diré que vienen buscando algo de lo que esas empresas se están llevando ahora.

Hablaré de la desertización o la desertificación (igual resultado pero distinto origen) de las zonas periféricas del desierto del Sahara. Por ejemplo: ¿alguien conoce el lago Chad?

Podría decir que la desertización de las zonas periféricas del Sahara es un proceso que se da de forma natural pero que no es por procesos naturales que se esté produciendo tan deprisa… pero no lo haré porque habrá a quién no le guste que se relacione la inmigración con un posible cambio climático provocado por el hombre, quizá por eso de que los paises que más contaminan están en el primer mundo.

Así que solo diré que la desertificación que se está produciendo en África trae hambre, sed, precariedad e inestabilidad.

Pero, eso sí, digámosles a los africanos que tengan la decencia de morirse de hambre y sed en su tierra y que no vengan a enseñar la inmundicia de su muerte a nuestras casas, digámosles que se sienten a ver morir a sus hijos e hijas y que no se les ocurra luchar por ello, que eso da muy mala imagen.

El que ofrece respuestas fáciles a preguntas complejas o es un ingenuo o un mentiroso, y tan peligrosa es una cosa como la otra.

Por cierto, saludos cordiales para todos aquellos agentes de los cuerpos de seguridad del estado que trabajan en nuestras fronteras, seguro que ellos también tienen hijos e hijas que alimentar.

Añadido del 04/10/2018:

También es cierto, cosa que se me olvidó comentar, que un discurso similar hay quienes lo utilizan para no asumir sus responsabilidades. Porque, como dije, las cosas no son tan simples como a muchos les gustaría.

Nekzisto

   El lunes 7 de Diciembre de 2015 escribía en este mismo sitio que en junio de aquel año, por fin, había acabado Nekzisto. Hoy, martes 2 de octubre de 2018, escribo que: ¡Nekzisto YA está a la venta!

   Ya sabes, y si no lo sabes te informo:

   Una novela de ciencia ficción sobre el amor y la razón, el poder y el deber, sobre la vida y sobre la muerte. En ella se recrean mundos personales e íntimos en los que el amor, la amistad y la violencia hacen su aparición en distintos grados y formas, presentando una visión de la sociedad desde la perspectiva personal de una narración en primera persona y desde la libertad de un marco temporal aún por acontecer.

   Eso o una Space Opera…

¡Tendrás que leerla para descubrirlo!

 
 
   Han sido tres años de búsqueda infructuosa de editor o representante por lo que Nekzisto ha terminado siendo una publicación independiente gracias a la plataforma que Amazon brinda a todo el que quiera publicar… Igual hasta soy un escritor indie.
 
 
 
   Cómpra Nekzisto en Amazon:

Nekzisto tapa blanda | Nekzisto libro electrónico
 
EDICIÓN LETRA GRANDE (pensada para personas con deficiencias visuales)

   Pero antes de decidirte a comprar, lee un fragmento de muestra.

   Y recuerda que si te haces con una de las versiones impresas podrás conseguir el ebook con un sustancial descuento sobre el precio de venta habitual.

Colorado

Ya podéis descargar gratuitamente mi novela Colorado. Es una novela corta (20000 palabras) que iba a ser un capítulo de una novela más larga que he escrito; uno de los capítulos del libro se empezó a alargar y decidí sacarlo fuera, como una historia independiente, y así ofrecerlo como muestra de mi trabajo.

Es una historia de ciencia ficción ambientada en Marte y con toques de novela negra: luchadores, apuestas y asesinatos… y una chica (o dos) por medio; o como me ha dicho alguien una novela negra con ambientación futurista.

La novela está disponible para descargar en formato FB2, ePUB y pdf (para lectores electrónicos, móviles y PCs). Podéis descargarla desde la siguiente página:

http://www.jordigonz … ritura/escritos.html

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